LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

lunes, 26 de noviembre de 2012


 


Al igual que a nivel político se producen unos cambios profundos, que acabarán con la caída del Antiguo Régimen y su sustitución por un sistema liberal de tipo burgués, por las mismas fechas se producirán otra serie de cambios, que afectarán a la economía, a la sociedad y a la demografía, y cuya consecuencia principal será la transición de un modelo agrario (típico del Antiguo Régimen) a otro industrial y urbano. Estos cambios se conocen con el nombre de Revolución Industrial, que surgirá en Gran Bretaña a partir de 1780.

La primera característica es el CAMBIO DEMOGRÁFICO, pues Europa aumentó enormemente la población, debido a que durante el Antiguo Régimen la gente tenía muchos hijos sabiendo que no todos iban a llegar a la edad adulta. Ahora con los avances médicos y la mejora en la alimentación, la mortalidad desciende enormemente, pero la natalidad se mantiene como en el pasado.

A esta característica hemos de añadir las TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS, que incluyen:

Revolución agraria, que consiste en una mejora técnica con la introducción de máquinas sembradoras y cosechadoras. Ahora además cambia el sistema de propiedad agrícola en Gran Bretaña, ya que los campos se cercan, así cada propietario puede experimentar cultivos más innovadores y rentables, lo cual expulsa hacia la ciudad a un gran número de campesinos pobres, que ingresarán a trabajar en las recién construidas fábricas.

Ahora además mejora el comercio, tanto interior, con la construcción de caminos y canales (y pronto con la llegada del ferrocarril) y exterior, lo que permitió a los ingleses conseguir numerosas materias primas para sus fábricas. Gran Bretaña se convierte ahora en el “taller del mundo”.

En cuanto a la industria, la principal mejora técnica es la introducción de máquinas, que trabajaban rápido y barato, destacando ahora la máquina de vapor de Watt (1789). Por estar fechas nace además la idea de reunir a todos los trabajadores en un recinto cerrado, para que rindieran más, manejando las máquinas. Así nacen las primeras fábricas, en donde producían sobre todo productos textiles y material siderúrgico (hierro y acero que tendrá un gran mercado en el futuro ferrocarril).

Estas innovaciones pronto trascienden más allá de Inglaterra y llegan a otras partes del mundo, es lo que conoce como industrialización. Los primeros países europeos que se industrializarán serán Bélgica y Alemania. En cuanto al resto de mundo, EE.UU se convertirá en una gran potencia industrial a partir de 1840, así como Japón y en menor medida Rusia.

Por último debemos hablar del nacimiento del capitalismo financiero, que quiere decir que los bancos dejan de ser meras cajas para guardar el dinero, sino que empiezan a conceder crédito (prestar) a grandes industriales a cambio de un interés.

Estas transformaciones económicas y técnicas tendrán una serie de CONSECUENCIAS SOCIALES:

La más importante es la formación de una sociedad de clases (ya no sociedad estamental) absolutamente desigual, en donde destacará la alta burguesía, que son los dueños de los medios de producción (fábricas, bancos etc.). Junto a ésta estará la burguesía media, formada por funcionarios y profesiones liberales (médicos y abogados entre otros). Un tercer grupo social será el proletariado, aquellos que sólo podían vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Estos obreros soportaban jornadas interminables, sin ningún tipo de derechos sociales, por lo que malvivían en situaciones de miseria. En este contexto surgirá el movimiento obrero, que mediante una serie de acciones colectivas, la formación de partidos y sindicatos, lograrán una serie de mejoras sociales y económicas.

LA ÉPOCA DE NAPOLEÓN (1799 – 1815)

martes, 6 de noviembre de 2012


















Como su propio nombre indica, este periodo tiene como protagonista absoluto a Napoleón Bonaparte, que fue un político eficaz y un general brillante. Tanto es así que sus hechos no solo cambiaron el momento en el que vivió, sino que aún perduran en el presente.

Napoleón nos ofrece una paradoja, ya que por un lado, mediante sus conquistas, expandirá los ideales de la Revolución Francesa allá por donde iba, pero por otro lado creará otra nobleza diferente, y hasta él mismo fue emperador (algo muy del Antiguo Régimen). Nos encontramos por lo tanto ante un personaje contradictorio, aunque brillante y genial.

Tras el golpe de estado de 1799, sabemos que Napoleón inaugura el periodo conocido como Consulado (1799 – 1804). Como primer cónsul lo primero que hará será:

-         Pacificar el país, permitiendo la vuelta de los exiliados (sean nobles o jacobinos) ofreciéndoles una amplia amnistía. Así mismo firma un concordato con el Papa Pío VII en 1801, acabando así con los conflictos religiosos típicos de la época de la revolución.
-         Una serie de reformas internas que hacen que Francia empiece a funcionar de nuevo, alejándose del caos y la corrupción del Directorio. Así elaborará la Constitución del año VIII, creará el Banco de Francia en 1800 y un sistema de recaudación que no solo recaía en los más pobres; además en 1804 elaborará el Código Civil, que permitía igualdad ante la ley y libertad económica aunque sin descuidar la asistencia social pública, creando por ejemplo los Liceos (institutos de educación secundaria, que permitían a los jóvenes instruirse).

Estas reformas dieron a Napoleón gran prestigio en Francia, que empieza a vivir una época de prosperidad, el paro desaparece (qué bien para el pueblo) y los burgueses pueden hacer sus negocios tranquilamente. Tras ser elegido cónsul vitalicio en 1802, en 1804 fue elegido, mediante plebiscito popular, emperador.

El nuevo emperador de Francia podía haber sido simplemente un buen gobernante y todo podría haber ido bien, sin embargo, Napoleón era muy ambicioso, y aprovechando que era un genio de la estrategia militar pues se decidió a conquistar Europa para crear un imperio (1804 – 1815). Hasta 1811 todo fue muy bien, y Napoleón derrotará a las diferentes coaliciones o alianzas de países que se irán formando para combatirle. Sus mayores enemigos fueron Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra, a los cuales mantuvo a raya hasta que en 1812 decide invadir Rusia, cometiendo un grave error que volverán a repetir los alemanes en 1942. Y es que no es tan fácil invadir el país de los zares, ya que es inmenso y poco poblado, y además cuenta con el mejor general de todos los tiempos, el General Invierno, que a partir de octubre es invencible. Napoleón invadirá Rusia en junio de 1812 con 600.000 soldados, y en octubre empezará una penosa retirada desde Moscú hasta París. La mayoría quedaron sepultados en la nieve, y sólo unos pocos miles lograron salvarse.

Si a esta decepción le sumamos las derrotas en España a manos de los guerrilleros (que junto a los británicos expulsaron a los franceses en 1814 de la península) podemos comprender cómo Napoleón fue derrotado por una coalición de diferentes países en marzo de 1814, fecha en la que los prusianos entran en París, obligándole a abdicar, desterrándole a la isla italiana de Elba, y restaurando a los borbones en la persona de Luís XVIII. Por supuesto Napoleón escapó pronto y regresó a Francia organizando de nuevo su viejo ejército (vuelve a ser emperador en el llamado periodo de los 100 días), y volvió a enfrentarse a sus enemigos, pero fue definitivamente derrotado en Waterloo (1815) por una coalición de prusianos y británicos, que le exiliaron de nuevo, aunque esta vez a la lejanísima isla de Santa Elena.