lunes, 14 de enero de 2013
Durante el
periodo que abarca de 1870 a
1914 asistimos a la segunda fase de la Revolución Industrial:
Lo más
destacable es la utilización de nuevas fuentes de energía. Ya no tiene tanta
importancia el carbón, como en la primera fase, sino el uso de la electricidad,
lo que permite localizar las fábricas lejos de las fuentes de energía
tradicionales. Así mismo cobra
importancia el petróleo, usado como combustible sobre todo.
Debido a la
coyuntura económica, ahora se necesita producir la mayor cantidad de productos
en el mínimo tiempo posible. Surgen por ello nuevas formas de organizar el
trabajo en las fábricas, como son el taylorismo, que organizaba la producción
de manera racional, pensando cada detalle para ahorrar costos. Otra forma es el
fordismo, aplicado a la factoría de automóviles de Henry Ford, y que consiste
el la producción en cadena de las diferentes piezas.
Si en la
primera Revolución Industrial destacaba el sector textil entre otros, en esta
nueva fase, cobran importancia la metalurgia, con nuevos metales como el cobre
o el aluminio, con el que se fabricaron nuevos productos como bicicletas,
máquinas de escribir, automóviles y los primeros aviones. Además destaca ahora
la industria química, que permitió fabricar plásticos, abonos o fibras
sintéticas.
Esta nueva
situación es posible gracias a que hay una serie de cambios técnicos y económicos:
La
agricultura experimenta un impulso, gracias a los nuevos abonos químicos y piensos,
nuevas máquinas movidas con gasolina o electricidad, así como nuevas técnicas
como la pasteurización o el enlatado de alimentos. Esto permitió que el hambre
fuera erradicado de muchos puntos de Europa.
También hay
una mejora en los medios de transporte y comunicación, destacando los
ferrocarriles eléctricos, el automóvil, mejoras en la navegación y la aviación.
En las comunicaciones destacan hitos importantes como el telégrafo, el
cinematógrafo o la radio.
Estos
cambios técnicos deben englobarse dentro de una gran expansión del capitalismo,
que conlleva una concentración tanto empresarial (creando cartels, holdings y
trusts que son grandes oligopolios) como financiera con la creación de los
grandes bancos, que participarán de estas grandes empresas como accionistas.
Esta
situación tiene su repercusión en la demografía y en la sociedad:
La población
europea crece tanto que es imposible mantener a todos, por lo que hay un
aumento de la emigración exterior (favorecida también por los mejores medios de
transporte), sobre todo a EE.UU, Sudamérica y Australia.
Otro aspecto
social importante es la evolución del movimiento obrero, que ya no es tan revolucionario
(como en la primera revolución industrial). Los obreros ven mejorar su nivel de
vida, y ahora prefieren organizarse en partidos políticos, pasando así de la
barricada al parlamento, aunque no por ello dejan de criticar la desigualdad,
el capitalismo y la guerra imperialista.